EN COLOR Y EN BLANCO Y NEGRO. ENTRE UTOPÍAS Y REALIDADES
05.02.2016 – 30.03.2016
Proyectos de JORDI COLOMER y TERESA MULET
Inauguración, viernes 5 de febrero a las 19.00 h
Actividad subvencionada por el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte
Esta exposición propone un diálogo entre dos proyectos. X-Ville de Jordi Colomer y Cada-ver-es. Cada-vez-más de Teresa Mulet. Dos narrativas diferenciadas que comparten algunos nexos de unión.
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Uno de ellos es la forma de hablar desde la realidad contemporánea hacia una opción de transformación necesaria. Es decir, el compromiso de cambiar las condiciones del momento, en un caso mediante utopía, en el otro desde la evidencia de que la realidad que estamos viviendo no es la más deseable. Otro nexo es que ambas narrativas ponen el acento en cómo la construcción colectiva del espacio urbano genera opciones posibles de vivir y convivir, una en clave propositiva de cara al futuro, la otra en clave de adversidad hacia el presente o el futuro más inmediato. Es por ello que las dos instalaciones proponen dos relatos que, más allá de compartir ciertos elementos discursivos, apuntan hacia opciones contrapuestas entre sí. Una es en color, la otra en blanco y negro.
Jordi Colomer evidencia el claro interés hacia un nuevo mundo posible, “sin utopía es imposible imaginar el futuro”. Construye imágenes a partir de la idea de micro-comunidad que se auto organiza para crear estructuras más grandes, que puedan ser alternativas a cómo se configuran y articulan las ciudades contemporáneas. Un trabajo que toma como referencia textos y dibujos de Yona Friedman, de los años 70, y reactualiza la necesidad de generar utopías sobre la construcción de la ciudad. Colomer valora de Friedman el hecho de que propone transformar las ciudades existentes sin la necesidad de crear otras nuevas, sólo cambiando los comportamientos, como una respuesta colectiva a la insatisfacción. Una utopía que será realidad si hay consentimiento colectivo.
La instalación consiste en un espacio en el que se levantan unas gradas que ayudan a reforzar la idea de espectador. Espectador de una ficción videográfica que es la metáfora de una ciudad en funcionamiento. Una posible ciudad que se articula de manera colectiva, improvisada, respetuosa con la otra, imaginativa, lúdica, cooperativa. X-Ville da vida y convierte en realidad la necesidad de construir utopías.
Teresa Mulet revela otra dura realidad que se reproduce en muchas ciudades de todo el planeta, las personas que mueren de forma violenta, asesinadas, ejecutadas, exterminadas. Personas que en muchos casos son anónimas y contabilizadas numéricamente como parte de puras estadísticas. Es un trabajo que tiene como origen el contexto de Venezuela, lugar en el que Mulet vivía cuando lo concibió, pero que se re-significa de manera radical en el contexto del Mediterráneo, que es donde ahora vive. Hace referencia a las diversas formas de violencia social que acaban expandiendo y generalizando el miedo y el horror de vivir en un determinado lugar.
La instalación consiste en un espacio ocupado por una secuencia de plásticos colgados del techo y colocados uno tras otro hasta ocupar todo el espacio. El último de los plásticos contiene numerosas impresiones sobrepuestas de una misma imagen, coincidiendo con el número de plásticos dispuestos en vertical. Cada uno delos carteles de plástico previos tiene una imagen menos, hasta llegar a la primera que sólo tiene una. La primera imagen es la silueta blanca de un cuerpo humano estampada sobre fondo negro, la última de las imágenes es una mancha en blanco.
La utopía y la distopía, el coraje y el miedo a vivir, imaginar un posible futuro, señalar una realidad del presente, el micro-contexto y el espacio global … elementos antagónicos que coinciden en una reflexión sobre maneras de habitar un lugar, y que para reactivarlas o reconducirlas necesitan ser renegociables de manera colectiva.
X-VILLE
Jordi Colomer, 2015
Vídeo, 28´, color, sonido
Master 4K 16:9
X-Ville ha sido producido por: Xarxa de Centres d’Arts Visuals de Catalunya*, LOOP Barcelona, Arts Santa Mònica [Barcelona], Jardins-Fabriques [Annecy], Fondazione Sandretto Re Rebaudengo [Torí] y CO producciones [Barcelona-Paris] y Generalitat de Catalunya.
Con la colaboración de: ESAAA [Annecy], Fondation Salomon pour l’Art Contemporain [Annecy], Col.lecció Banc Sabadell, Frac Languedoc-Roussillon i Villeneuve la série [Grenoble].
(*) La Xarxa de Centres d’Arts Visuals de Catalunya está configurada por: ACVIC. Centre d’Arts Contemporànies; Bòlit, Centre d’Art Contemporani. Girona; Centre d’Art Tecla Sala de l’Hospitalet de Llobregat; Centre d’Art La Panera, Lleida; M|A|C Mataró Art Contemporani; Lo Pati Centre d’Art Terres de l’Ebre; Fabra i Coats-Centre d’Art Contemporani de Barcelona; y El Teler de Llum Centre d’Art, Tarragona.
Cada-ver-es.
Cada-vez-más
Teresa Mulet, 2011
Instalación
Con la colaboración de la producción gráfica en ACVic de: Antonio Briceño, Escola d'Art i Superior de Disseny de Vic, Centre Ocupacional Sant Tomàs, Xènia Ferran, Anna Freixas, Toni Garcia, Sergi Ibáñez, Cristina Martínez, Anna Leus, Joana Martos, Francesc Nadales, Roxanne Robinson, Lorena Velázquez y Albert Vilardell.
X-VILLE. JORDI COLOMER, 2015
Una utopía solo podrá ser realizable con el consentimiento colectivo
Entrevista a Jordi Colomer por Diana Padrón
“Nuestra época es una época de Utopías. Hay muchas: el American Way of Life, el Comunismo, los Derechos Humanos…”. De la mano de los textos de Yona Friedman (Utopies Réalisables, 1974), Jordi Colomer nos introduce en una ciudad X, una ciudad imaginada donde poder repensar la actual organización del tiempo y la vida. Lo hace por primera vez a través del formato de ensayo fílmico, si bien su trayectoria ha estado siempre marcada por la presencia de la cuestión urbana, la emancipación ciudadana y la idea de utopía (Las Ciudades, 2002; Anarchitekton, 2002-2004; No Future, 2006; L’Avenir, 2011). X-Ville ha sido realizado con la colaboración de un grupo de estudiantes y la participación de los habitantes de la ciudad de Annecy, en un proceso de producción que transciende la lógica de la representación y que ha posibilitado construir una experiencia colectiva real.
Inauguras con esta nueva producción del Premi de Videocreación donde colaboran diferentes instituciones como es la Xarxa de Centres d’Art Visuals de Catalunya, Arts Santa Mónica y el Festival Loop Barcelona. ¿Qué puedes contarnos de esta cierta tendencia a lo colaborativo que se presenta cada vez más como posibilidad para llevar proyectos adelante? ¿Es lo mismo trabajar colaborativamente que colectivamente?
Es la primera vez que se convoca esta idea de una producción colaborativa de un nuevo video que se presentará durante el Festival Loop. Yo creo que esto es algo que pertenece al aire del tiempo, no por casualidad debe coincidir con una época de crisis económica el hecho de que la gente reúne pequeños esfuerzos para lograr medios más importantes.
El trabajo colectivo creo que es otra cosa. Este nuevo trabajo de video que presentamos parte de una interpretación de los textos Utopies Réalisables (1974) y Oú commence la ville (Manuels volume 1. 1975 – 1984) de Yona Friedman. En ellos Yona Friedman dice que las utopías nacen de una insatisfacción colectiva, y por lo tanto, tiene que haber una respuesta colectiva a esa insatisfacción común que nace de muchas insatisfacciones individuales. Lo colectivo es cuando se comparte esa insatisfacción y se comparte la búsqueda para encontrar soluciones. Hay una acción colectiva. Eso es lo que Yona Friedman llama una utopía realizable.
¿Cómo surge la idea de hacer X-Ville? ¿Representa esta ciudad imaginada esa búsqueda de soluciones colectivas?
El proyecto X-Ville es bastante singular en mi trayectoria: por una parte por la duración, que se aproxima a la media hora, y por otra es la primera vez que hay una voz en off que va acompañando las imágenes que son extractos de los textos de Yona Friedman. Hay una pequeña introducción a partir de Utopies Réalisables (“Hay muchas utopías, por ejemplo: el Sueño Americano, El Comunismo y los Derechos humanos”), pero sobre todo me he basado en unos cómics que hizo Friedman en los años setenta y ochenta; "Los Manuales" (Manuels) que fueron traducidos a 20 lenguas y se difundían a través de fotocopias o en murales. Friedman señala que están abiertos a cualquier utilización con tal de difundir esas ideas. Hoy día se da la paradoja que son prácticamente inaccesibles. Lo cual me dio la idea de hacer una película para interpretar su trabajo, una peliculita, que tiene un formato casi televisivo. Me gustaría verlo como un capítulo piloto de una serie de seis o de diez capítulos no sólo sobre Friedman, sobre la idea de utopía, visitando diversos casos.
Elegí uno de estos cómics que se llama “Donde empieza la ciudad” (Oú commence la ville), que data de los años setenta. En cierta forma el ejercicio consistía en experimentar el formato fílmico para traducir ideas que tienen una intención abiertamente didáctica. Pero también una excusa para crear una situación colectiva, en el que la propia filmación de la película era un marco abierto en el que un grupo pudiera participar de muchas maneras.
¿Puedes hablarnos un poco del proceso de trabajo y de la experiencia con la comunidad de Annecy y los estudiantes de la escuela de artes (ESAAA) que han participado en esta película?
El proyecto se articuló en el marco de un taller que duró dos semanas. La primera de ellas estuvo centrada en conocer el trabajo de Yona Friedman y situarlo en un contexto, pero sobretodo a leer y debatir sus textos; y la segunda fue directamente un rodaje en el que los estudiantes se pusieron a efectuar todas las tareas: actuar, construir los decorados, o tomar el sonido, pero también decidir los elementos importantes que iban a entrar en juego. Como digo, había una primera parte de discusión teórica, y una segunda parte completamente práctica, de construcción colectiva de ese espacio fílmico, que era en realidad un espacio de representación. Pero en ese proceso, mientras estamos hablando de las ideas de Friedman y al tiempo arrastrando cartones y llevando verduras de un lado a otro, se estaba produciendo ese momento colectivo, construyendo literalmente X-Ville. Por otra parte, el taller estaba abierto a toda los habitantes que quisiera participar en el rodaje, formar parte de X-Ville, había carteles por las calles proponiendo esta participación.
¿Cuál fue tu papel durante este proceso?
Se trataba de animar los dibujos esquemáticos de Friedman, que son casi diagramas, interpretarlos y a partir de ellos crear situaciones abiertas, vivas. Finalmente todo esto se convierte en imágenes, así que cuidaba sobretodo de la construcción de las imágenes.
Yona Friedman utiliza a menudo materiales autóctonos en sus construcciones como fue el caso del Museum of Simple Technology de Madras (India), ¿cómo fue en vuestro caso la metodología que utilizasteis para construir X-Ville?
Tuve la suerte de conocer a Yona Friedman antes de iniciar el proyecto. Friedman insiste sobretodo en la improvisación como método de trabajo. En eso me siento muy identificado. A partir de los dibujos de Friedman, improvisábamos con cosas muy básicas: unos cartones, unas lechugas, unos espacios determinados y un grupo de gente. No había un plan de rodaje, sino una cosa que se iba construyendo, día a día. Puede verse literalmente por ejemplo en la escena en que se construyen la ciudad de chabolas, que se improvisó completamente, con una lógica de autoconstrucción y con materiales que se encontraban en el propio lugar, un antiguo almacén militar.
Me comentabas que en la primera fase del taller en Annecy, había consistido en leer textos de Yona Friedman, ¿nos podrías comentar que debates surgieron, que ideas se pusieron sobre la mesa?
Friedman afirma que una utopía necesita dos generaciones para ser realizada, a partir del momento en que es imaginada. Eso provocó muchas discusiones, pero en cierto modo nos dimos cuenta que el propio interés por Friedman y en general a cierto ideario de los años setenta correspondería a esas dos generaciones.
Ya habías ensayado la idea de utopía en otros trabajos, como es el caso de L’Avenir (2011), lo que sugiere la necesidad de imaginar futuros ante el escenario apocalíptico al que nos empuja la realidad actual. ¿Podrías hablarnos brevemente de ello?
Sin utopía es imposible imaginar el futuro. Hay creo, en este momento, un nuevo interés por revisitar las utopías históricas. En L’Avenir había hecho referencia a una utopía concreta que eran los falansterios de Fourier. Pero de nuevo se trata de una excusa para crear una situación colectiva que era la propia filmación. Fourier habla de una organización del trabajo alternativa, en la que cada día se cambia de actividad al menos 5 veces. Eso me parece muy interesante.
Efectivamente, la idea de “organización del trabajo” a menudo aparece en la literatura utópica, como concepto fundamental a la hora de pensar esa ciudad futura.
Fourier propone un sistema muy delirante que funciona como un reloj cósmico: a las 5:25 hay que levantarse para ir a recoger fresas, al cabo de una hora hay que ir a la biblioteca, luego a contemplar las palomas, y después hay un encuentro pasional... Creo que hay que rechazar esa idea de que las utopías son una cosa que no tiene nada que ver con la realidad, al contrario: plantean una crítica a nuestro sistema de división del trabajo. En Oú commence la ville, Yona Friedman habla de que hay una división también entre la ciudad y campo, que los alimentos llegan a la ciudad de una forma completamente artificial: la gente de la ciudad trabaja para ganar dinero y comprar la comida. Señala que hay una división extrema entre esos dos mundos, quizás superable y necesaria para que subsistan las grandes ciudades.
Pero también es cierto que la nueva organización del trabajo neoliberal de alguna manera intenta incorporar estas ideas, quizás de manera perversa, a través de lo que se viene a llamar el “multitasking”…
Actualmente el capitalismo tiene esa capacidad de ingerirlo casi todo, lo cual no quiere decir supongo, que haya que plantear forzosamente las utopías desde fuera del capitalismo. Existe también esa idea según la cual la utopía se construye en un "afuera", un exterior, "otro" espacio. Los propios fourieristas proponían crear una nueva sociedad fuera de la ciudad, en ese lugar otro. En este sentido, me parece que Friedman es interesante porque plantea transformar las ciudades existentes y cambiar nuestros comportamientos sin tener que crear nuevas ciudades.
Yona Friedman estaba convencido de que una utopía podía ser realizable, pero para ello debía huir de las pretensiones universalistas y desarrollarse en micro-contextos ¿Qué piensa Jordi Colomer al respecto?
Las ideas de Yona Friedman pueden ser criticables, y precisamente se trata de eso: de intentar abordarlo en imágenes, en palabras, en situaciones… para tener esa distancia crítica. Quiero decir que las ideas de Yona Friedman deben tomarse sobre todo como un motivo para reflexionar, no se trata de una adhesión a su pensamiento.
Pero en cualquier caso, en esa idea de la micro-comunidad, es muy interesante. Los grupos pequeños se auto-organizan, para poder crear una estructura mayor. Podría verse – insisto – un paralelismo con la propia forma de organizar la grabación del vídeo.
Quisiera por último preguntarte por el escenario político en el que nos hallamos inmersos que no puede ser más desolador: azotados por los caprichos del capitalismo salvaje, perdidos en el desierto de las políticas públicas; parece imposible ser capaces de imaginar un futuro prometedor ¿Quería pedirte si podrías intentar dibujarnos una suerte de ucronía?
Ahora que estamos hablando aquí en las Ramblas de Barcelona...recuerdo que en los años posteriores a la muerte de Franco, en Canaletas, había corros de gente hablando y discutiendo de mundos posibles, de cómo quería la gente que se organizara la sociedad, de ideas...Hubo las famosas Jornadas Libertarias en el Parc Güell que reunió a unas 200.000 personas, se realizaron autoconstrucciones, como las hubo en la Plaça Catalunya con los indignados… ¿Qué podía haber pasado? Pues podía haber pasado que en vez de haber sufrido la dicotomía bipartidista, la gente se organizara por sí misma una vez muerto el dictador. Estaríamos hoy seguramente en otra fase. Pero estamos aún a tiempo. Hay muchas personas insatisfechas...por lo tanto la utopía es realizable.
Barcelona, Loop Festival. Junio 2015.
Cada-ver-es. Cada-vez-más
TERESA MULET, 2011
Texto de Félix Suazo, 2011
Nadie sabe realmente cuántos son, pero se siguen multiplicando hasta que sus cuerpos se convierten en figuras recortadas contra el asfalto o en bultos inertes identificados con una cifra. Hay tantos que en vez de nombrarlos se los cuenta porque cada uno de ellos es un vacío estadísticamente mensurable. A este lo “enfrió” una bala perdida cuando miraba la televisión, al otro lo acribillaron unos desconocidos que se dieron a la fuga –dicen que por venganza-, al de allá lo encontraron tendido en el suelo con el morral del colegio y sin zapatos. Los presentes no vieron ni escucharon nada. Tampoco hay quién explique la causa de tanto deceso inútil: las autoridades están recolectando evidencias y estableciendo el móvil de los hechos. Entre tanto, el luto acompaña a los deudos y los expedientes se acumulan en los tribunales.
Cada-ver- es. Cada-vez-más, instalación gráfica de Teresa Mulet, establece un paralelo metafórico entre la reproductibilidad mecánica de la imagen y el incremento de la criminalidad en el país. La serie, compuesta por cincuenta copias impresas sobreplástico negro, comienza con una silueta blanca que recrea la forma en que se delinea el levantamiento de un cadáver en las investigaciones policiales; sólo que aquí la imagen pende invertida en vez de mostrarse como un cuerpo yacente. Dicha matriz, se repite en los planos sucesivos hasta que los contornos se borran y la figura se diluye como una tachadura sobre el soporte; acaso una declinación forense del suprematismo malevichiano o quizás la resurrección post-informal de la necrofilia ballenera. Formada como diseñadora, Mulet hace un paréntesis en su investigación tipográfica para abordar lo que considera una urgencia cívica. La imagen corporal, recurso inédito en su trabajo precedente, adquiere un protagonismo rotundo en el cartel de gran formato, aunque la completa resolución de la propuesta trasciende el plano para arraigarse en el espacio. A partir de esta estrategia, la artista sugiere la progresión exponencial de los decesos por homicidio a través del recorrido, razón por la cual los elementos que componen la obra no están contra la pared sino incorporados a una estructura tridimensional donde el cartel recupera su dimensión objetual. En definitiva, la idea es ir del negro al blanco (o a la inversa), como quien transita del purgatorio a la región velada en que habitan los ángeles. En Venezuela, los impresos efímeros de carácter contestatario han perdido la fuerza de antaño, siendo reemplazados por medios más económicos e inmediatos como el graffiti y el stencil, a los que se suman el uso propagandístico y publicitario de los plotters.
En medio de este panorama, Cada-ver- es. Cada-vez-más constituye un manifiesto visual que retoma la función del cartel como vehículo crítico o de denuncia pública. Mulet propone una vuelta a los medios de impresión semiartesanales, donde el proceso y las exigencias de la materia adquieren una gran importancia. Ese retorno, al rodillo, el frotado y la tinta es un ritual que emula simbólicamente los padecimientos y esfuerzos de “levantar un cadáver” en la escena del crimen. Pero, así como cada persona fallecida es distinta en su fisionomía e historia, cada una de las copias que conforman la serie es diferente y, por tanto, única. De esta manera, imprimir una y otra vez sobre cada pliego de plástico equivale a grabar sobre este un nuevo obituario, como si la gráfica fuera un epitafio y el soporte una lápida.